Semblanza de un perro, de Mark Twain (Prólogo)

prerrogativas detentadas

Á. D. Canareira

A Groucho Canareira

Un perro, lo mismo que un hijo, tenía derecho al apellido

Tom Sawyer

Introducción

Hay un pasaje en Las aventuras de Huckleberry Finn en el que su protagonista escucha a un balsero mofarse de dos compañeros que  no valían para comer con un perro ni para beber con un negro. La historia de Aileen Mavourneen, que ha sido calificada como fábula, pará- bola, melodrama o parodia de la esclavitud en varios de los ensa- yos que se han escrito sobre Semblanza de un perro, establece varios palalelismos entre el maltrato sufrido por los afroamericanos que fueron esclavizados y los animales sometidos a experimentos de vivisección. En otro relato posterior de Mark Twain, que suele ser analizado junto a este por sus evidentes similitudes estilísticas y temáticas, A Horse’s Tale, Twain asocia el matrato afligido sobre los animales con el racismo y la esclavitud: al final de un capítulo en el que un personaje ha descrito con entusiasmo una corrida de toros, añade como coda que quemar a un negro no se podía comparar con susodicho espectáculo.

Mark Twain

El seudónimo que Samuel Clemens (1835-1910) usó para firmar sus obras, Mark Twain, al contrario de lo que mucha gente cree, no era una expresión utilizada para avisar a los capitanes de los barcos de que entraban en aguas de suficiente calado, sino que, muy al contrario, aclara Cox en su ensayo sobre Twain The Fate of Humor1 (el más perspicaz de todos según Bloom2), suponía una advertencia de peligro. Realizó esta afirmación basándose en que las dos ocasiones en que la usó en Old Times on the Mississippi lo hizo con esa intención.

Los riesgos a los que se expuso el hombre al que, según Edison, amaría muy probablemente todo americano medio al que le sobrase algo de amor del que ya dispensase a su familia, fueron las acusaciones de haberse traicionado a sí mismo por haber recurrido al sentimentalismo renunciando con ello a sus principios. No obstante, y dejando de lado el halago hiperbólico de Edison, la consideración de Twain en Estados Unidos no podría ser mejor. Para Harold Bloom comparte el podio de escritores que han creado uno de los tres mejores libros americanos (Huckleberry Finn en su caso), Hemingway afirmó que toda la literatura americana moderna desciende del libro alabado por Bloom, Faulkner lo llamó padre de la literatura norteamericana, y Salinger elogió El gran Gatsby al decir por medio de uno de sus personajes que la magnífica novela de Fitzgerald se había convertido en su particular Tom Sawyer durante su adolescencia, lo que da sobradas muestras de lo canónico de la obra de Mark Twain en el imaginario norteamericano.

Semblanza de un perro

Según Emerson Twain escribió Semblanza de un perro durante el verano de 19033. Son varios los estudiosos de su obra que piensan que fue escrito para apoyar las tesis en contra de la vivisección de su hija Jean. Se publicó por primera vez unos meses más tarde en la edición de Navidad de la revista Harper’s Monthly. Harper’s Bro- thers había adquirido ese mismo año los derechos sobre la obra de Twain en exclusiva, ya que antes los compartía con la American Publishing Company. Harper’s publicaba las historias de Twain en sus revistas, en antologías y en las colección de sus trabajos. Semblanza de un perro no fue una excepción y se publicó por separado en una edición de lujo encuadernada en tela en septiembre de 1904. Posteriormente, en septiembre de 1906, se incluyó en la recopilación de historias de Twain The $30000 Bequest and Other Stories. Shelly Fisher Fishkin afirma que en esta época Twain era cada vez más pesimista4. A sus 68 años, seguía publicando, pero de manera menos prolífica5.

Vivisección

Stephen Coleridge, a la sazón secretario honorífico de la Asociación Nacional en contra de la Vivisección fundada en Londres en 1875 (NAVS fue la primera organización creada en todo el mundo para luchar contra la vivisección, aunque décadas antes se habían fundado asociaciones dedicadas a la prevención de la crueldad sobre los animales), cargo que desempeñó desde 1897 hasta 1936, encargó 3000 copias de Semblanza de un perro el 26 de enero de 1904 tras haber conseguido la autorización por parte de los editores para que la NAVS pudiera publicar el relato en su favor.

El movimiento en defensa del bienestar de los animales incluía en la época de Twain a ilustros autores como Victor Hugo, Tolstói, George Bernard Shaw, Robert Browning y Walt Whitman, aunque Mark Twain era el más conocido de todos, de acuerdo con Fishkin, que señala que desde 1864 Twain aborda de distintas formas la crueldad cometida contra los animales en varias publicaciones6. Las primeras leyes que sancionaron el maltrato animal se promulgaron en 1822 y 1866, en el Reino Unido y en los Estados Unidos, respectivamente. En el último tercio del siglo XIX el movimiento en defensa de los animales consigue un gran apoyo popular en los países mencionados anteriormente. En esa época, según Fishkin de nuevo, Twain tiene su, más que probable, primer contacto con la vivisección, al leer sobre ella en El origen del hombre, en el que Darwin la critica con dureza7.

Probablemente uno de los motivos fundamentales por los que Twain escribió Semblanza de un perro en 1903 fueron los experimentos llevados a cabo con animales vivos y conscientes en la Universidad de Londres y que fueron descritos minuciosamente en un libro publicado ese mismo año por dos estudiantes que habían asistido a las clases en las que se habían realizado. En el libro se explicaba el caso de un pequeño Terrier que había sido sometido a diversos experimentos, que violaban la ley contra el maltrato animal vigente desde 1876 en el Reino Unido, y que Stephen Coleridge había calificado públicamente de tortura. Uno de los científicos que llevó a cabo los experimentos demandó a Coleridge por difamación, generando no solo un juicio de lo más mediático, sino una larga polémica entre los defensores de la vivisección y diversas asociaciones que luchaban contra ella, que tuvo uno de sus momentos culminantes con la instalación de una estatua en recuerdo del pequeño terrier marrón en Battersea Park en 1906 que provocó la indignación de estudiantes de medicina y que fuese destruida cuatro años más tarde de su inauguración.

Recepción crítica

Frederick Busch ha llamado la atención sobre el juego de palabras del título original8: A Dog’s Tale, que parece aludir a la expresión inglesa a dog’s life, la cual hace referencia a una vida infeliz en la que el trato recibido es injusto. Una de las preocupaciones fundamentales de Twain ha sido cómo evitar y poder defendernos de los explotadores. El fragmento resaltado en cursiva pertenece a La tragedia de Wilson Cabezahueca, pero pueden encontrarse pasajes similares en otras obras de Twain. Por otro lado, Baetzhold cree que el poema de Robert Browning Tray fue una fuente de inspiración para Semblanza de un perro, porque fue una de las piezas más incluidas en los listados   de recomendaciones de lectura de 1886 y 18879. Ciertamente, las similitudes entre ambas obras son abrumadoras. Browning critica con sorna las prerrogativas que detentan los hombres sobre los animales en virtud de un presunto raciocinio que solo ellos creen poseer. Twain sitúa al lenguaje como fuente principal de esta discriminación. Busch observó con gran lucidez que Twain revela la manera en la que los desposeídos interpretan o descifran su destino a través de conversaciones que escuchan a hurtadillas10. El lenguaje representado en este relato, según Herzberg11, como un arma social que la madre de Aileen trata de entender plenamente, a pesar de que fracase estrepitosamente, logra momentos de gran comicidad para críticos como Messent12, aunque para otros como Peter Stoneley suponga una apuesta tediosa13. Fishkin explica que Twain pretendía desarrollar un silogismo en el que se hiciera evidente que si los perros no son capaces de entender el lenguaje completamente, las personas tampoco tenemos la capacidad de comprender la voz de los perros claramente14. Es especialmente significativo que Twain enfatice que la madre de Aileen se esmera en entender los principios y valores inculcados en la escuela dominical (a los que se otorga gran valor, a pesar de que Huck Finn ponga en entredicho la escuela dominical en Tom Sawyer), al contrario de lo que había hecho con las palabras que escuchaba en las reuniones familiares, y que considere que hacerlo denote una mente considerada y sabia. Tal y como cuenta Twain en el relato, Aileen Mavourneen es el título de una balada irlandesa, en la que la mujer que da nombre a la canción recela de la sinceridad de las ampulosas palabras que le dedica su amado.

Los paralelismos entre la vida de los perros y la de los esclavos afroamericanos en los que incide el relato han sido debidamente señalados. Massent los desdeña, injustamente, porque considera que el relato se ve lastrado por una narración formularia que provoca que el resultado sea muy superficial15; Fishkin, por el contrario, opina que Twain compuso una parábola hábil y desgarradora sobre el trato sufrido por los abnegados hijos de las madres esclavas16, y para Herzberg el relato desarrolla las relaciones entre el lenguaje, la esclavitud y la ciencia de forma clarividente17. Retomando el argumento de Fishkin, se hace inevitable recordar a los bebés que intercambia una esclava en La tragedia de Wilson Cabezahueca para que su hijo no tenga que afrontar el mismo destino que ella ha tenido que arrostrar, al comprobar en Semblanza de un perro la manera radicalmente diferente en que se trata al hijo de Aileen Mavournenn y al de los Gríseo.

Matthew Guzman advierte, a través de Lesley Ginsberg, de que  se difuminan las diferencias entre los esclavos y los animales18. Es muy elocuente que Aileen Mavourneen agradezca que no le vuelvan a cambiar el nombre cuando la compran los Gríseo. Herzberg recuerda que era habitual que los propietarios de esclavos cambiasen sus identidades dándoles un nuevo nombre19. El caballo protagonista de un relato posterior de Twain citado anteriormente, A Horse’s Tale, afirma que le han cambiado más de veinte veces el nombre, tantas como las que había cambiado de propietario.

El último capítulo del relato ha sido denostado por la inmensa mayoría de la crítica. Algunos de los ataques han sido especialmente duros: Emerson reprocha que el archienemigo del sentimentalismo se hubiese pasado al campo del adversario20; Messent opina que la historia es de un sentimentalismo empalagoso21; para Baldanza no es ninguna sorpresa que Mark Twain fracasase al escribir el tipo de relato que había anteriormente vilipendiado22, y Rasmussen lamenta que, a pesar de que Twain fuese un fervoroso oponente del sentimentalismo literario, en ocasiones había sido incapaz de evitar utilizarlo al escribir sobre animales que habían sido maltratados23. Stoneley, por el contrario, en el análisis que realiza sobre el tratamiento dado a los valores femininos en la obra de Twain, censura que Semblanza de un perro haya sido convenientemente subestimado como si se tratase de las efusiones de un hombre anciano y solitario24.

‘And so, amid the laughter gay,
Trotted my hero off,—old Tray,—
Till somebody, prerogatived
With reason, reasoned: ‘Why he dived,
His brain would show us, I should say.25

Y entonces, en medio de las satisfechas risotadas, mi héroe (el bueno de Tray), trotando se marchaba, hasta que hubo alguien que, detendando la prerrogativa de la razón, razonó: la causa de su zambullida por su cerebro, os afirmo, nos será revelada.

Robert Browning

Podés leer el primer capítulo aquí.

Notas

1 Cox, James M. (1966). The Fate of Humor (p. 124). Princeton, New Jersey: Princeton University Press.

2 Bloom, Harold (2005). Short Story Writers and Short Stories (p. 53). Philadelphia: Chelsea House Publishers.

3 Emerson, Everett H. (2000). Mark Twain. A Literary Life (p.268). Philadelphia: Uni- versity of Pennsylvania Press.

4 Fisher Fishkin, Shelley (2010). Mark Twain’s Book of Animals (p.23). Berkeley: Uni- versity of California Press.

5 Messent, Peter (2001). The Short Works of Mark Twain. A Critical Study (p. 184). Philadelphia: University of California Press.

6 Fisher Fishkin, Shelley (2010). Op. cit. (p.12).

7 Ibidem, p. 258.

8 Busch, Frederick (1996). The $30,000 Bequest and Other Stories (Introduction:

XXXIV). New York: Oxford University Press.

9 Baetzhold, Howard G. (1970). Mark Twain and John Bull. The British Connection

(p.292). Bloomington: Indiana University Press.

10 Busch, Frederick (1996). Op. cit. (Introduction: XXXIV).

11 Herzberg, G. S. (1977). A Dog’s Tale: An Expanded View. Mark Twain Journal, 19(1),

20–20. http://www.jstor.org/stable/41641069.

12 Messent, Peter (2001). Op. cit. (pp. 195, 198).

13 Stoneley, Peter (1992). Mark Twain and the Feminine Aesthetic (p. 107). Cam- bridge: Cambridge University Press.

14 Fisher Fishkin, Shelley (2010). Op. cit. (p. 262).

15 Messent, Peter (2001). Op. cit. (p. 194).

16 Fisher Fishkin, Shelley (2010). Op. cit. (p.28).

17 Herzberg, G. S. (1977). Op. cit.

18 Matthew Guzman; Dog’s Best Friend?: Vivisecting the “Animal” in Mark Twain’s “A Dog’s Tale”. The Mark Twain Annual 1 November 2015; 13 (1): 29–42. doi: https://doi.org/10.5325/marktwaij.13.1.0029.

19 Herzberg, G. S. (1977). Op. cit.

20 Emerson, Everett H. (2000). Op. cit. (269).

21 Messent, Peter (2001). Op. cit. (p. 194).

22 Baldanza, Frank (1961). Mark Twain. An Introduction and Interpretation (p. 101). New York: Barnes & Noble.

23 Rasmussen, R. Kent. (2016). Mark Twain for Dog Lovers (p. 71). Guilford, Connecti- cut: Lyons Press.

24 Stoneley, Peter (1992). Op. cit. (p. 104). 25 Browning, Robert (1997). Robert Browning (p. 514). Oxford: Oxford University Press.

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