Rogelio Guedea: Latinoamérica en Nueva Zelanda

por Jerónimo Corregido

Sabemos muy poco de Nueva Zelanda en América Latina; casi tan poco como lo que ellos saben sobre nosotros. Por eso fue necesario explicar, en entregas anteriores, las características básicas de la demografía de estas islas. Los dos principales grupos, los pākehā y los maoríes, son los más determinantes en la producción cultural del país. Pero no son los únicos. En orden de habitantes, están seguidos por los indios y los chinos, que forman comunidades bien organizadas y delimitadas de las demás. Luego vienen grupos minoritarios: Pasifika (gente de la islas del Pacífico, en especial de Samoa), ingleses, irlandeses, escoceses, otros europeos (sobre todo franceses y alemanes), australianos, y claro, latinos. Somos pocos, pero nuestra incidencia cultural es notable y, a menudo (y por fortuna), escandalosa[1].

La literatura no es la excepción; de hecho, hay autores latinos que producen su obra en Nueva Zelanda. Tal es el caso de Rogelio Guedea, oriundo de México pero con varios años de residencia en estas islas. Sus publicaciones son un excelente eje para conectar la literatura latinoamericana con la neozelandesa. Su caso es análogo al de muchos otros escritores extranjeros que, publicando en su propia lengua, contribuyeron a la literatura de Nueva Zelanda, como Karl Wolfskehl.

Guedea nació en Colima en 1974 y actualmente vive en Wellington, la ciudad capital. Su obra incluye más de cincuenta publicaciones de varios géneros: poesía, narrativa y ensayo. Entre sus condecoraciones más importantes se cuenta el 62º Premio Adonáis, entregado por Ediciones Rialp de Madrid en 2008. Muchos de sus trabajos están estrictamente relacionados con su lugar de origen (como la difundida Historia crítica de la poesía mexicana), pero otros textos están enfocados en la vida de Nueva Zelanda (como la novela Habitaciones compartidas, ganadora del Premio Internacional de Novela Albert Jovel 2018). En algunos casos, la voz de Guedea oficia de mediadora entre las tradiciones de ambos mundos. Tal es el caso de sus traducciones al español de poetas célebres de Nueva Zelanda.

Rogelio Guedea. Fuente: ipuntocom.mx

Esto quiere decir que la inclusión de Rogelio Guedea en el canon de la literatura neozelandesa no responde a su mera presencia contingente en el país, sino que se haya justificada por su influencia en el campo literario local. Por un lado, su obra hace que las voces más significativas de Nueva Zelanda lleguen a los hablantes de español. Esto se evidencia en sus numerosas traducciones publicadas. Dos de las más recientes son Tomando mi chaqueta para dar un paseo, de Peter Olds y Una lección de poesía para mi padre, de Glenn Colquhoun. Se trata de dos poetas contemporáneos que aún están en plena producción literaria en Nueva Zelanda, y cuya calidad artística los diferencia de la media de autores (en especial en el caso de Olds). Sin embargo, la labor de Guedea para unir el mundo neozelandés con América Latina encuentra su punto más representativo en la antología de poesía neozelandesa Isla al sí, editada por la Secretaría de Cultura del Estado de México en 2019. Guedea también dirige la página Poesía de Nueva Zelanda, donde publica traducciones inéditas al español de muchos autores locales.

Además de llevar Nueva Zelanda a América Latina, el autor realiza el proceso inverso: presentarnos a los latinos ante el campo neozelandés. Esto se ve, por ejemplo, en los prólogos a las ediciones de poesía latinoamericana publicadas por Cold Hub Press, la editorial dirigida por Roger Hickin. Entre sus contribuciones más salientes en ese aspecto, se puede mencionar el prólogo al libro Water for Days of Thirst (Agua para días de sed) de Blanca Castellón. Allí Guedea escribe en inglés y define la poesía de Castellón como una «isla desierta».

La voz del autor es importante en Nueva Zelanda porque visibiliza la experiencia latinoamericana en el país. Un buen ejemplo es la novela Habitaciones compartidas, protagonizada por personajes mexicanos que viven en Otago, en la isla sur.

La obra de Guedea se mueve entre un mundo y el otro, llevando y trayendo ideas que acercan a las culturas. Este punto de contacto contribuye a desestabilizar la visión hegemónica que existe sobre la comunidad latinoamericana. Para el sentido común pākehā, los latinos somos todos individuos en situación de precariedad, que venimos a Nueva Zelanda para huir de los horrores socio-económicos de nuestros países de origen, y encontramos aquí nuestra ansiada salvación limpiando inodoros o recolectando fruta. Los textos de Guedea están tan por fuera de esa visión recortada que ponen en evidencia sus sombras y sus contrastes, presentando la perspectiva latina sobre la vida en Nueva Zelanda con todos sus matices.

En su poemario Punctuation (Puntuación), por ejemplo, traducido al inglés por Roger Hickin, se ponen en evidencia una serie de intereses y preocupaciones de lo más variados: la muerte, el amor, la situación política en México, el desdoblamiento de la identidad. La voz del yo lírico hace eco de la mejor tradición latinoamericana, al tiempo que se inscribe en el campo neozelandés. Otros de sus libros de poesía más famosos son Mientras olvido (Follas Novas, Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro 2001),  Razón de mundo (Instituto de Cultura de Nayarit, Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2004), Fragmento (Instituto Sonorense de Cultura, Premio Nacional de Poesía Sonora 2005) y Kora (Rialp Ediciones, Premio Adonáis de Poesía 2008). Su recorrido poético admite todo tipo de formas, con primacía del verso libre. Muchas veces surge una sensualidad solemne que remite a Octavio Paz, una de las principales influencias de Guedea, según expuso en una conferencia en Wellington en diciembre de 2020.

La discontinuidad discursiva, los encabalgamientos y los juegos con la ortografía y la puntuación lo marcan como un poeta de la ruptura, como muchos de sus referentes literarios, y también como otros poetas mexicanos actuales como Carlos Vicente Castro. En Nueva Zelanda no abundan las voces de este tipo, como la que puede verse en el siguiente poema, publicado en Poemas del alma:

en los cielos de mi existir dejaste de volar. desde

mañana no te quise. desde mañana prometí que

amor no hiciera heridas o levantara templos de

amargura en mí. cárcel eterna era el tuyo amor para

mis manos. esas edificadoras. esas que se levantan

en pleno vuelo o caen. las que hicieron sembradíos

en ti y árboles plantaron y fuegos. tú eres mala como

la bondad. eres mala como saber que alguien. de algún

modo. está sufriendo. pensar que no me tienes es pensar

que vas conmigo. sí. de ese tamaño es mi derrota.

En suma, la prolífica obra de Rogelio Guedea es insoslayable tanto para la literatura latinoamericana como para la neozelandesa. Al tiempo que ensancha y continúa lo mejor de la tradición propia, contribuye a la construcción de un campo literario plurilingüe en Nueva Zelanda. La figura del autor, además, es indispensable en este país para demostrar otro aspecto de la comunidad latina, uno que suele pasarse por alto de manera frecuente: el de actor cultural. Sobre todas las cosas, el diálogo de Guedea con autores locales (vivos y muertos) es el caso de comunicación más efectivo entre latinos y neozelandeses que he visto en este país.


[1] Tanto es así que las principales ciudades del país tienen fiestas latinas muy concurridas de periodicidad semanal; tal frecuencia de encuentros es impensada en reuniones sociales masivas de chinos o indios (exceptuando la de los templos de la religión sikh). Asimismo, nuestra intervención alcanza al deporte (por ejemplo, Waiheke United, el famoso equipo de argentinos, o los viejos campeones de la liga amateur de Queenstown, Los Charrúas, equipo conformado mayormente por uruguayos), a la comida, y, por supuesto, a las artes.

3 comentarios en “Rogelio Guedea: Latinoamérica en Nueva Zelanda”

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