por Gustavo Caso Rosendi
Es muy fácil cuando algo te ha gustado, la cosa se complica cuando no. La gracia está en no mentir, ni herir a nadie. Algunas tretas para salir del paso cuando un plomazo se te acerca y te pregunta qué te pareció lo suyo: 1) ¡Sos un monstruo! (en todos los significados, menos en el único bueno); 2) Me gustó el final (es decir, que por fin terminó); 3) “Lo tuyo es muy profundo” (tanto, que me ahogué en la orilla); 4) Lo apolíneo y lo dionisíaco está muy presente (o sea, me encandilaste con las luces altas; estaba un poco borracho y volqué en la banquina); 5) Lo tuyo es críptico, pero hay como un aura que permite intuir lo inefable del hecho estético en sí (no entendí una mierda); 6) En algunos momentos me dejaste sin respiración (me olvidé el ventolín en la campera que dejé en el auto); 7) Hay como espasmos de un silencio que grita (“cállate”, grita el silencio); 8) Un lenguaje desesperado, intermitente, casi larval (cortate ese gusano que tenés por lengua); 9) Tu yo está muy presente en ese paisaje difuminado, como un trazo de tinta china en un papel de arroz (la autocrítica se te piantó hace rato; la tinta se corrió toda, fijate en la manga. ¡Un poco más de muñeca, muñeco!); 10) Tu estética es muy particular; hay como un principio de las cosas que vuelve y retoma (te repetís muchísimo, falta corrección); 11) Lo importante es que te has tomado una libertad absoluta; todo parece volar (no tenés la más mínima idea del límite entre lo que puede llegar a ser arte y lo que no: va una granada para vos); 12) Hay como una reescritura muy interesante, un juego del intelecto (¡dejá de afanar!); 13) Tu trabajo tiene muchísimo compromiso (casate de una vez); 14) Hay un erotismo que pareciera no bastar (sos un histérico y además, pajero); 15) Hay una vuelta de tuerca en tu expresión (pero te falta un tornillo); 16) Tenés momentos entrañables (intestinales, más precisamente); 17) Tu nombre va estar sin ninguna duda, entre grandes como Esenin, Alfonsina, Maiakovski (como sea, pero matate).
Y los clásicos de ayer y de hoy, un poco más secos: 18) La idea está buena, pero hay que trabajarla; 19) Interesante; da para leerlo más detenidamente; 20) Se nota un progreso significativo; 21) Me parece que encontraste el tono; 22) Muy original; 23) Me llegó mucho; 24) Ahí tocaste una cuerda que tendrías que explotar mucho más; 25) Memorizar un verso cualquiera y repetirlo gravemente; 26) ¡Graciasss por tusss poessssíassss!
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La fe mueve montañas. Los terremotos y los misiles también.
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De haber sabido que las religiones son el opio de los pueblos me hubiera fumado al menos una.
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Siempre soñé con tener el talento de T. S. Eliot y la cara de cemento de Coelho.
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El que reniega de la lírica es más o menos lo mismo que cuando un tipo quiere garcharse a una mina, pero ésta no le da ni bola. No puede. Claro que, como pasa con los instrumentos, hay líricas y líricas. Y también depende del ejecutante. Por suerte, hay poemas para todos los gustos. Por ejemplo, a mí me gustan las milanesas bien doraditas. Y no me gusta el arroz. Pero, a lo mejor, alguien prepara un arroz que hace que me guste ése. Y, a lo mejor, alguien me ofrece una milanesa que hace que se me cierre el estómago. Conviene, siempre, mantener la mente abierta y el culo cerrado. Y que el poema se defienda solo.
Publicado en Gambito de Papel N°7 en marzo de 2017