Selección de “327 vacas” de Gabriel Pantoja
Vi a dios en el ojo de una vaca. Pudo haber
sido de otra manera. Sí. Pero era dios y estaba
en una vaca y no fue de otra manera. Y yo
lo vi. Es casi natural, después de todo, que
esto hubiese tenido que sucederme. A mí.
Fue el martes a las 11. El martes 25. Fue al
cruzar la Gurruchaga. El martes 25 sobre la
Gurruchaga. Es natural. Dios flota en el agua
oscura del ojo de una vaca. Es natural y me reí.
Yo lo vi. Tuve que haberlo visto. Tuvo que
sucederle al tipo que era yo. Ahora, no soy
más ese tipo. Ahora recordé: había cruzado
yo alguna cosa, y sentí que dentro de esa cosa
estaban las demás cosas; yo había soñado un
viento golpeándome en la cara. Yo bajaba
en bicicleta, ciertamente, por la Gurruchaga;
en la Gurruchaga vi a dios y era una vaca y
me llamó. Allá fui y ahí es donde me quedé.
Estoy sentado ahora, en pelotas, flotando
dentro del ojo de una vaca, en la pileta del
agua negra de dios. Yo te llamo desde aquí,
a que vinieses. Porque aquí es el corazón que
bombea todas las cosas de la tierra. Este es
el sitio que mueve, como un álgebra, el ojo
de las cosas. Este es el corazón fijado en dios.
Recuerda. Será un martes. Tendrá que ser
un martes. Un martes 25 a las 11 en punto.
Bajarás por Gurruchaga.