Tres poemas de Ramiro Cachile

Mi casa sangra por las goteras en un barrio que ya
no la reconoce.
Se ha vuelto fea, inhabitable señalada por las uñas negras de la señora
que firma el certificado de defunción. Antes,
quiero decir,
cuando había registro del tiempo en los relojes de pared,
mamá nos llamaba a comer y mi casa temblaba desde
los cimientos
hasta la génesis de mis poemas. Algún día,
hablaré sobre aquel plomero que dijo tan campante
su casa tiene problemas intestinales y yo quise vomitar en el bidet. Fue un escándalo
que determinó mi oficio
y otras cosas poco importantes como papeles, abogados
y manutención.
Usted quizá no me crea, 
pero los domingos, 
mi casa, 
abre las ventanas y 
busca el sol como los perros para echarse a dormir.
Le arden las entrañas 
del goce, se lo juro,
de sólo conservar la memoria
de la familia que la habitó.