josé eugenio sánchez (1965) es un poeta mexicano nacido en Jalisco. Obtuvo el X Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la joven creación en 1997 y el Premio Poesía Joven de Monterrey en 1991. La presente selección proviene de su título la felicidad es una pistola caliente (Almadía, 2004).
pies calientes cabeza fría chucho fino extremo izquierdo hábil y caracolero de los que ya no hay corre hacia el banderín del corner y orina el colegiado le muestra la primera tarjeta del partido chucho orina al árbitro al árbitro suplente al inspector autoridad el botiquín a los hinchas del santos y el resto de la fanaticada lo vitorea chucho chucho oe oe oe el juez exige garantías uno de los directivos del rival prueba los orines y exige por fax que la fifa intervenga rumora un caso de dopaje los compañeros y el entrenador intentan calmar a chucho y chucho orina a los abanderados los comentaristas fotógrafos aguador médico porristas psicólogo del equipo las siete pelotas oficiales en el terreno no botan ni a los tobillos los ultras se desgañitan celebrando ese once que se atreve y alegre inventa una cascada en los rincones y amenaza con orinar la vitrina de trofeos de la selección brasileña y argentina y uruguaya y paraguaya también qué noche chucho fino extremo izquierdo hábil y caracolero de los que ya no habrá (por recomendación de concacaf) con gafas oscuras como si hubiera volado un penal y borracho como si lo hubiera metido camina por el boulevard
pumpkin & honey bunny amaneces con una mujer que ríe compulsiva mostrando sus escasos dientes verdes y no deja de rascarse la cabeza y recuerdas que la besaste mientras bailaban y subiste al escenario y cantaste (con ademanes y todo) junto al pianista y golpeaste al mesero que intentó echarla y luego abrazados por las calles pateando latas y haciendo volantines en los postes seguramente llegaste a este motel el cuarto huele a alcanfor y a cloro :afuera la gente pasa como estridentes veleros navegando en las vacaciones más felices de su vida mientras por la ventana las nubes de corderito se encierran deprimidas en su corral azul contento y los cables y los pájaros que llegan como bailarinas ebrias a ensayar recoges tu ropa y te despides —te apena no ser apto— aunque ella no para de reírse (y de rascarse) cierras la puerta: el viento es fresco el día bueno uno siempre es el mismo los de alrededor son los que cambian
regularmente sustituimos las cosas y a veces sustituimos la vida: alguien espera que uno dormite descuide su rutina se sienta desamparado frágil sin la menor idea —aturdido rencoroso— para ocupar nuestro lugar en la butaca del desconcierto: y en ocasiones a uno le corresponde ser sustituto: manipulador de la frescura —nuevo paisaje— ritmo de ricas posiciones y potentes conjuros: eficiente modelo del porvenir: la piel que debajo goza sin cesar: sustituimos lo oculto por lo aparente: lo in por lo out: las papas por la cebolla la tarde de ayer por el momento de hoy una cerveza fría por otra más fría el ir y venir por un boleto de avión el espejo por nuestro rostro: y viceversa

el yo de súbito un atardecer cualquiera aparece recostado no entiende no distingue se emociona horas después agita una sonaja
escribo lluvia y más abajo la palabra paraguas y debajo de esta escribo tu rostro y borro una avenida donde pocos vehículos circulan hasta tarde agrego plato de sopa y muchas botellas de vino después no escribo nada y paso horas con la mente en blanco antes de cerrar el cuaderno anoto rápidamente tus pelos iluminados en la luz de la mañana
un verdadero héroe de la revolución el abuelo era taquillero de ferrocarril en un pueblo donde además de su taquilla y una cantina sólo había una oficina de correo cuando les informaron a los lugareños que los rebeldes que atacaban y violaban a toda cosa que respiraba se aproximaban al pueblo cargaron su escopeta y se encerraron en la cantina bebieron la botella que el cantinero guardaba desde años para una ocasión especial y esperaron esa noche no llegó el tren el silencio era redondo como la luna y se interrumpía con esporádicos buches de vino se alternaron guardias decidieron entrenarse y diseñar un plan defensivo hablando en clave se bebían el resto de la cantina a las pocas semanas valientes salieron y un zumbido de sol les destrozó la cabeza agonizantes y molestos destilaron licor de raíces y hojas y se encerraron otra vez el abuelo y sus amigos pulían a detalle el plan en los simulacros la sincronía alcanzada era coreográfica el vocabulario en clave adquiría ricos fonemas cada vez lograban mejores sabores en sus bebidas por casualidad uno que pasaba por ahí les informó que la revolución ya había terminado confundidos celebraron al abuelo le ofrecieron su antiguo empleo y lo rechazó se fue de sitio en sitio y un día lunes mediatarde encontró a una mujer elegante como bruja y se largó más lejos se olvidó de sus amigos se hizo dueño de una casa de una funeraria y del primer automóvil del lugar una carroza que usaba poco porque regularmente andaba del brazo de su dama por fondas plazas jardines aparadores o entrando al cine