por Jerónimo Corregido
El tiempo se desliza de manera aberrante
como un monstruo de piernas tentacúrvicas
arremangándose irregularmente;
y escuchar un programa de radio
que dura dos horas
me lleva todo el día
y almorzar me demora unos minutos:
tentacúrvicas, me digo,
las agujas del reloj:
estático y estúpido se muere,
empantanado empalme de la nada,
el día,
con su monotonía de colores y gases en la atmósfera;
o me resigno a creer que no hay más que estructuras:
luchas de clases y armazones
del subconsciente pero entonces
en el medio de eso,
marioneta de mi Zeitgeist,
yo,
boludito de carne apenas y
apenas hueso,
mitad apellido mitad entonces,
yo en medio de los hilos del apenas;
o me resigno a escribir lo que escribo
y me digo que sí, que muy bien aunque,
pues uno se equivoca, es así:
agujas tentacúrvicas, me digo,
pero algo en mí no entiende las palabras:
cuánto tiempo me llevó todo esto,
toda la vida o solo la mañana,
cuánto tiempo
objetivo
me llevó todo esto:
mitad la mañana mitad apenas;
me cuesta separar la travesía
de los pies que la atraviesan
son cosas distintas lo sé
pero quién me confirma
si el que pasa es el tiempo o el que pasa
soy yo.
Tauranga, 2020.