Traducciones de Roger Hickin: Carlos Martínez Rivas

Roger Hickin es un poeta, traductor y editor de Dunedin, en la isla sur de Nueva Zelanda, actualmente ubicado en Lyttelton. Está a cargo de una de las propuestas literarias más salientes del país: Cold Hub Press. Bajo este sello se editan numerosos autores latinoamericanos, generalmente traducidos por el propio editor. Entre ellos se cuentan Joaquín Pasos, Rogelio Guedea y Ernesto Cardenal.

El catálogo también incluye nombres indispensables en la literatura neozelandesa: R. A. K. Mason, por ejemplo, de quien se dijo que fue el “primer poeta auténtico de Nueva Zelanda”; Roderick Finlayson, escritor sobresaliente por su perspectiva del mundo maorí; la poeta contemporánea Diana Bridge, de quien se dice que “está escribiendo la mejor obra poética actual”.

En suma, es una alegría presentar las traducciones al inglés de los poemas de Carlos Martínez Rivas, uno de los nuestros, quien gracias a Roger Hickin hoy se lee en Nueva Zelanda.

POEMAS DE CARLOS MARTÍNEZ RIVAS

EN Threnody for Joaquín Pasos, Cold Hub Press, 2016.

La fábula

Los centauros están dormidos. Ellos

los primeros, y hace tanto

tiempo, que no los hemos conocido.

Bajo el pórtico, como bajo una ceja,

se cerró esa visión. Se retiraron

a dormir los centauros. Los varones.

A distancia unos de otros.

A un golpe de casco entre dos sueños.

Entre sus velos que el agua no empapa.

Encandiladas

bajo el potente foco de las profundidades oceánicas,

ignorantes de sus burbujas

las Nereidas respiran ciegas y dormidas.

En la cañada, entre el rocío

y las anchas hojas, el grito

de la cerda salvaje

se apagó,

                                    y los ángeles

amontonados en su incomodidad de alas

—de donde el aire sacudido

se desprende y viene

a veces y se esparce como un lienzo en la noche—

duermen también.

—Y tú, necio, ¿qué haces tú despierto?

Fable

The centaurs are asleep. Those

primordial creatures, it’s a long time

since we last laid eyes on them.

Under the portico, as under an eyebrow,

that vision darkened. The centaurs

went off to sleep. Males.

Remote from one another.

The space of a thrust hoof between two dreams.

In veils that water cannot soak.

Dazzled

on the floodlit ocean floor,

oblivious to the bubbles they produce,

the Nereids are breathing, blind, asleep.

Among the dew

and broad leaves of the glen,

the wild boar’s cry

has faded,

                                                and the angels

jumbled in the inconvenience of their wings

—whose shed air sometimes spreads

like a linen sheet in the night—

are sleeping too.

—And you, fool, what do you do, awake?

Proyecto de la Obra Maestra

            PERO tiene que ser en las peores condiciones.

Sin jergón de yuye ni botijo.

Guindado cabeza abajo. Atados

ambos tobillos con un mecate

amarrado a la viga del techo,

nuevo, chirriando al peso del cuerpo.

Porque tiene que ser en las peores condiciones.

Careciendo, no sólo de lo necesario sino

de lo indispensable. Recursos materiales, cero.

De la misera surja el fulgor. Ningún óbolo

del mundo empañe su diafanidad.

A la manera del murciélago y a ras del suelo

olfateas la emanación, el hedor de la tierra

negra revuelta con estiércol y cal muerta. Oscilas

como la silueta del ahorcado que las ráfagas

de la noche mecen, maternales. Pero, tú estás

suspendido al revés: la mollera, a plomo; las

venas temporales resaltadas, regando heroicas

la intricada mente en trance. Tu brazo, a tientas

desde el inestable tronco, traza en el aire círculos,

triángulos isósceles, croquis de la Obra Maestra.

Que ya apunta. Pero imponiendo aún peores condiciones.

Marzo-abril 1977

Intecna, Granada

Época Carolingia.

The Masterpiece Project

            BUT things should be as bad as they can get.

No jute mattress no water jug.

Hanging head down. Ankles

bound with rope,

a new one, tied to the roof beam,

creaking with the body’s weight.

Because things should be as bad as they can get.

Lacking no just the necessary but

the indispensable too. Material resources zero.

From wretchedness springs radiance. No worldy mite

should taint its clarity.

Bat-like, at groud level

you sense an emanation, black earth odour

mixed with dung, slaked lime. You sway

like the figure of the hanged man night winds

rock, maternally. But, you’re dangling upside down:

skull a plumb bob; temporal veins bulging, heroic,

bringing the beleaguered mind its flow of blood.

In the air your blind arm, outstretched

from its unsteady trunk, traces circles,

isosceles triangles, sketches of The Masterpiece.

It’s come to that already. And things are getting steadily worse.

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