La libertad de estar solo

por Jerónimo Corregido

La diferencia es evidente, pero es necesario hacerla, puesto que muchas veces en las explicaciones de lo obvio se revela lo profundo de la cuestión: no es lo mismo la soledad que estar solo. El primer concepto tiene que ver con una experiencia angustiante; la condición de estar solo, a su vez, puede ser entendida de dos maneras.

Sunlight in a Cafeteria, Edward Hopper

En primera instancia se puede referir a la situación material de un individuo que se encuentra aislado del resto, ausente de los demás. La condición ideal es la de una persona absolutamente despojada de presencias, en una isla o lugar desierto, sin la posibilidad siquiera de comunicarse con otra gente. La comunicación con otros es un factor decisivo en la noción de estar solo, ya que la compañía puede entenderse, en general, como la posibilidad de comunicarse. El ejemplo más ilustrativo de este modo de estar solo es, sin dudas, el de Adán: única persona en el planeta, la idea de compartir su existencia con sus pares ni siquiera había sido concebida. Ante esto, Dios, la autoridad, dispone: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él» (Génesis 2:18). Es decir: la compañía es una imposición, un mandato de la ley. La voz del Dios bíblico, al decir que «no es bueno que el hombre esté solo» lanza al mismo tiempo una opinión y una norma; en otras palabras, «porque a mí me parece que no es bueno que el hombre esté solo, será que a partir de ahora no será considerado “bueno” que el hombre esté solo». Esta normativa se aplica en la estructura institucional de la sociedad y se transparenta en el sentido común: las actividades sociales está programadas para ser realizadas por dos o más personas (piénsese en los descuentos en el cine, en los restaurantes, en los teatros). Así pues, la compañía se vuelve el modo no-marcado de existir. Asimismo, la condición de estar solo en tanto quiere decir «no tener pareja» también es problemática y puede ser mal vista, ya que las relaciones de pareja son lo estructuralmente deseable desde el punto de vista del sentido común.

De esta manera, estar solo se vuelve un modo de rebelión y de disidencia, tanto contra Dios como contra lo establecido tácitamente en los acuerdos sociales. La idea detrás de la compañía necesaria es la del comunitarismo, es decir, que la comunidad es previa al individuo; en el caso de Adán, «no es bueno» que esté solo porque en ese aislamiento no puede constituirse como persona, como sujeto. La comunidad obliga a la participación, a la búsqueda de lo común entre todos los integrantes. Por el contrario, si se entiende que el individuo es previo a la comunidad, toda relación entre sujetos responde a una serie de acuerdos tácitos que plantean las reglas de cooperación en función de la conveniencia. La comunidad, entonces, es lo que reclama atención y acción, lo que obliga al acatamiento de las reglas prestablecidas. El individuo tiene que perder necesariamente parte de su individualidad para ofrecerla al bien común, a la búsqueda comunitaria. Así pues, esta serie de contratos sociales que nos conminan a la compañía establecen las condiciones previas de nuestra existencia: nacemos en un mundo ya regulado por esas relaciones. En la capacidad de estar solo, entonces, se juega el derecho a la libertad: «La libertad es la posibilidad de aislamiento», dice Fernando Pessoa en el texto 414 del Libro del desasosiego, y agrega:

Eres libre si puedes alejarte de los hombres sin que te obligue a buscarlos la necesidad de dinero, o la necesidad gregaria, o el amor, o la gloria, o la curiosidad, que en el silencio y en la soledad no pueden encontrar alimento. Si te resulta imposible vivir solo, has nacido esclavo. Puedes poseer todas las grandezas del espíritu, todas las del alma: eres un esclavo noble, o un siervo inteligente: no eres libre.

La segunda noción de estar solo es metafórica. Se trata de un estar solo in praesentia de los demás. Así parece señalarlo D. H. Winnicott en su famoso artículo «La capacidad de estar solo», donde comienza pensando al paciente de terapia que, durante la sesión, está solo en presencia del analista. Así, se trata de una relación paradojal a la que se llega solo a partir de la confianza entre individuos, que Winnicot llama «zona intermedia de experiencia». En artículos posteriores, el autor enfatiza que esta capacidad de estar solo sirve como defensa contra la ansiedad y representa un lugar de reparo y seguridad. El ejemplo más ilustrativo es el de estar solo en compañía de otra persona luego de tener relaciones sexuales: «el ser capaz de disfrutar la soledad junto a otra persona que también está sola es en sí misma una experiencia de salud», dice Winnicot sobre esto. Se parece bastante a lo que refiere Roland Barthes en «El placer del texto»: «Estar con quien se ama y pensar en otra cosa: es de esta manera que tengo los mejores pensamientos, que invento lo mejor y más adecuado para mi trabajo». Así pues, estar solo en presencia de otro(s) es una experiencia de emancipación perceptual y puede representar un espacio de creatividad artística.

Las dos acepciones del concepto de «estar solo» son liberadoras del yugo de la comunidad y de la presencia impuesta. La soledad, en cambio, es una experiencia de frustración, angustia o tristeza, que puede darse tanto al estar solo como al estar acompañado. Los cuadros de Edward Hopper muestran individuos en mayor o menor grado de aislamiento material, pero siempre experimentando una falta, un anhelo: la soledad. Algunas ilustraciones de Juan Agustín Grenno desarrollan una soledad de masas: un individuo que experimenta esa falta aun al estar rodeado de multitudes. En «La blanca soledad» de Leopoldo Lugones, el yo lírico siente, al contemplar la luna, «el ansia tristísima de ser amado», lo cual parece una excelente definición de la soledad: ¿de qué se trata esta sensación sino de una expectativa de amor, de una necesidad de intimidad con un otro? Esa falta, sin embargo, parece constitutiva del sujeto, como lo enuncia Lacan, aunque no se refiere directamente a la soledad: hay algo que siempre falta porque el sujeto en sí mismo está constituido por una escisión fundacional. El individuo es una falta de sí que es imposible reparar; a veces toma el nombre de soledad; otras, de tristeza.

Dibujo de J. A. Grenno

Entonces, mientras que estar solo es una modo de resistencia y rebelión creativa, la soledad es una parte inherente del ser del sujeto, un vacío composicional en su arquitectura que no es posible llenar. Somos la soledad, porque la soledad es en nosotros.

1 comentario en “La libertad de estar solo”

  1. Pedro Matus Manzo

    Muy interesante. La soledad requiere compañía y solidaridad… Va extracto de poema: ….»Porque en la soledad eres una sombra que nadie mira/porque en la soledad no se comparte la palabra solidaria/porque en la soledad todo es olvido/ porque en la soledad no hay alegrías…» (Esta noche. PMM)

Deja un comentario

Descubre más desde Gambito de papel

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo