RENACER DE ENTRE LAS CENIZAS EN PLENA CUARENTENA

Por Santiago Astrobbi Echavarri

En consonancia con la angustia, la incertidumbre, el miedo y la paranoia que gobiernan en el comienzo de este año que quedará marcado en la historia de todos para siempre, el 27 de marzo, Nicolas Jaar sumó su visión peculiar a esta ensalada indescifrable que llamamos cuarentena con el lanzamiento de Cenizas, su último disco de estudio.

Nicolas Jaar es un compositor y productor chileno-estadounidense que pasó la mayor parte de su  vida entre Santiago de Chile y Nueva York. Es hijo del reconocido arquitecto y artista visual chileno Alfredo Jaar, quien alcanzó notoriedad por realizar instalaciones con trasfondos políticos en diferentes puntos del planeta.

Nicolas es un artista sumamente polifacético. Además de haber lanzado ya otros tres discos de estudio (Space Is Only Noise en 2011, Pomegranates en 2015 y Sirens en 2016), cuenta con un sello discográfico propio, Other People, con la cual lanzó Cenizas. Además, por intermedio del alias Against All Logic, que utiliza para distribuir su música house o «de pista», lanzó dos discos: 2012-2017 y 2017-2019.

Entre sus colaboraciones más destacadas se cuenta una con FKA twigs, en 2019, cuando produjo su álbum Magdalene, colaboraciones con artistas musicales en Cisjordania, composiciones para órganos tubulares para una catedral holandesa, y la instalación de parlantes enterrados en el desierto arábigo para tratar temas de propiedad de las tierras y cambio climático.

Al enfocarnos en Cenizas, disco escrito y producido por Patrick Higgins, con quien trabajó previamente, encontraremos, ya desde el arte de tapa, una producción disruptiva, perturbadora, oscura, lúgubre; Jaar nos invita a la deconstrucción musical, a sumergirnos en un mundo de asimetrías y atonías, a conocer su intricada cosmovisión estética y personal.

Los primeros acordes emanados por los sintetizadores en “Vanish” lo confirman: estamos entrando a la dimensión Jaar. Sobrevienen unos coros fantasmagóricos y el viaje comienza.

El disco oscila entre los dos mundos lingüísticos y culturales del productor: el español y el inglés. Presenciamos escenas típicas de la vida estadounidense en “Menysid” (una cancha de básket vacía que pareciera distorsionarse hacia el infinito) y rituales tribales latinos en “Mud”.

“Gocce”, una de las dos obras maestras del disco, está colmada de pianos y panderetas esquizofrénicas, explosiones de sonido, evocaciones “mántricas”; sobre el final, la pieza se convierte en una oda que bien podría ser el telón de fondo de un sacrificio contemporáneo.

“Sunder”, el adelanto del disco, es una pared que se derrumba; luego irrumpe una ventana de diálogo de un software y pareciera que alguien nos recita un poema cargado de sangre y dudas, lleno de santos y pecadores. “Hello, Chain” está plagado de cantos monásticos y su nombre, ya de por sí, es sumamente sugestivo. En “Rubble”, y a medida que el entorno extraño se nos vuelve cada vez más familiar, entendemos que la realidad ya nos quedó sumamente alejada. Este tema es precisamente el ápice del viaje: ya estamos en la dimensión Jaar, embarrados hasta las rodillas.

Pero luego emerge “Garden” y entendemos que la posibilidad de que exista un mundo mejor no es inviable, que se construye paso a paso, acorde tras acorde. Garden es el oasis en medio de la guerra, de las pestes, del odio y del racismo. En lo profundo del álbum encontramos la sanación; pero antes fue necesario pasar por el purgatorio, expiar nuestros pecados, amigarnos con ellos, dejarlos atrás, como hizo Jaar para producir este disco. “Xerox” vuelve a la descomposición musical para ubicarnos nuevamente en el pantano.

Como cierre, Nicolas nos regala “Faith Made of Silk”, una pieza con tintes de bombo latinoamericano, con un poco de luz, y una letra inconfundiblemente política: “Youhave nowhere tolook/Look around not ahead/A peak is just the way towards/A descent/The forces on the hill/Manifested by what you perceive as wind/Look around not ahead” [Traducción]. El final es abrupto, como el mundo que habitamos, que no avisa, que no nos consulta, que decide y muta. Prosigue un minuto entero de silencio, que bien podríamos entender como un llamado a la contemplación.

Antes de entregarnos este disco, Nicolas lanzó un mensaje en su sitio oficial, donde explicó de qué trata Cenizas y qué lo inspiró:

“La música proviene de un deseo de sentirlo todo: hace unos años, dejé de beber alcohol, fumar, consumir cafeína, comer animales, etc. y, durante un período de tiempo, también me puse en cuarentena solo en algún lugar del otro lado del mundo para poder trabajar en música durante meses.

No quería seguir alimentando el sistema. Su hambre, su pasado. No quería trabajar por ambición o para impresionar primero y amar en segundo lugar. Quería presencia primero; quería amor primero.

Pensé que, si tenía este privilegio y esta suerte, para poder hablar con la gente a través del sonido, entonces sería mejor trabajar en mí mismo y deshacerme de los fragmentos negativos dentro de mí. No quería arrojarlos involuntariamente al mundo

Por supuesto, esto no sucedió. (¡Lo siento!) Cuanto más intentaba alejarme de la negatividad, más se acumulaba en una habitación oscura, pero como fragmentos de sonido. Muchos de estos fragmentos se pueden escuchar en el último álbum de Against All Logic, e innumerables cosas que nunca escucharán (Gracias a Dios).

No tenía sentido para mí que cuanto más intentaba escapar de la negatividad, más podía surgir en el proceso creativo. Pero los fragmentos seguían acumulándose y tuve que aceptar el hecho de que la oscuridad de la que estaba tratando de escapar siempre levantaría la cabeza. Independientemente de lo que me he abstenido. Y aún más cuando trato de orientarme hacia lo positivo.

Esperemos que Cenizas solo muestre oscuridad para mostrar un camino fuera de ella. Quiero que esta música sane y ayude a pensar en preguntas difíciles sobre uno mismo y la relación de uno con el estado de las cosas. Estamos viviendo en una época de transformación completa, una metamorfosis, y las transformaciones también están ocurriendo dentro. Hay potencial para una gran curación y destrucción.

En cierto modo, la música va “en ambas direcciones a la vez”, para citar el registro de John Coltrane [Se refiere al álbum Crescent, de John Coltrane].

Antes de reproducir el álbum por Twitch desde Italia, afirmó: “Espero que este disco resuene en ustedes”. Pareciera que Nicolas sabía lo que iba a suceder en el mundo, porque este álbum fue lanzado en medio de la cuarentena o a punto de que ella cayera en todos los hogares. Nos mostró cuál es su forma de llegar a la introspección y al recogiminiento, nos regaló una metáfora: las cenizas son la consecuencia de la destrucción, su más puro final; pero también son la fuente del resurgimiento, de la nueva vida.

En consonancia con la angustia, la incertidumbre, el miedo y la paranoia que gobiernan en el comienzo de este año que quedará marcado en la historia de todos para siempre, el 27 de marzo, Nicolas Jaar sumó su visión peculiar a esta ensalada indescifrable que llamamos cuarentena con el lanzamiento de Cenizas, su último disco de estudio.

Nicolas Jaar es un compositor y productor chileno-estadounidense que pasó la mayor parte de su  vida entre Santiago de Chile y Nueva York. Es hijo del reconocido arquitecto y artista visual chileno Alfredo Jaar, quien alcanzó notoriedad por realizar instalaciones con trasfondos políticos en diferentes puntos del planeta.

Nicolas es un artista sumamente polifacético. Además de haber lanzado ya otros tres discos de estudio (Space Is Only Noise en 2011, Pomegranates en 2015 y Sirens en 2016), cuenta con un sello discográfico propio, Other People, con la cual lanzó Cenizas. Además, por intermedio del alias Against All Logic, que utiliza para distribuir su música house o «de pista», lanzó dos discos: 2012-2017 y 2017-2019.

Entre sus colaboraciones más destacadas se cuenta una con FKA twigs, en 2019, cuando produjo su álbum Magdalene, colaboraciones con artistas musicales en Cisjordania, composiciones para órganos tubulares para una catedral holandesa, y la instalación de parlantes enterrados en el desierto arábigo para tratar temas de propiedad de las tierras y cambio climático.

Al enfocarnos en Cenizas, disco escrito y producido por Patrick Higgins, con quien trabajó previamente, encontraremos, ya desde el arte de tapa, una producción disruptiva, perturbadora, oscura, lúgubre; Jaar nos invita a la deconstrucción musical, a sumergirnos en un mundo de asimetrías y atonías, a conocer su intricada cosmovisión estética y personal.

Los primeros acordes emanados por los sintetizadores en “Vanish” lo confirman: estamos entrando a la dimensión Jaar. Sobrevienen unos coros fantasmagóricos y el viaje comienza.

El disco oscila entre los dos mundos lingüísticos y culturales del productor: el español y el inglés. Presenciamos escenas típicas de la vida estadounidense en “Menysid” (una cancha de básket vacía que pareciera distorsionarse hacia el infinito) y rituales tribales latinos en “Mud”.

“Gocce”, una de las dos obras maestras del disco, está colmada de pianos y panderetas esquizofrénicas, explosiones de sonido, evocaciones “mántricas”; sobre el final, la pieza se convierte en una oda que bien podría ser el telón de fondo de un sacrificio contemporáneo.

“Sunder”, el adelanto del disco, es una pared que se derrumba; luego irrumpe una ventana de diálogo de un software y pareciera que alguien nos recita un poema cargado de sangre y dudas, lleno de santos y pecadores. “Hello, Chain” está plagado de cantos monásticos y su nombre, ya de por sí, es sumamente sugestivo. En “Rubble”, y a medida que el entorno extraño se nos vuelve cada vez más familiar, entendemos que la realidad ya nos quedó sumamente alejada. Este tema es precisamente el ápice del viaje: ya estamos en la dimensión Jaar, embarrados hasta las rodillas.

Pero luego emerge “Garden” y entendemos que la posibilidad de que exista un mundo mejor no es inviable, que se construye paso a paso, acorde tras acorde. Garden es el oasis en medio de la guerra, de las pestes, del odio y del racismo. En lo profundo del álbum encontramos la sanación; pero antes fue necesario pasar por el purgatorio, expiar nuestros pecados, amigarnos con ellos, dejarlos atrás, como hizo Jaar para producir este disco. “Xerox” vuelve a la descomposición musical para ubicarnos nuevamente en el pantano.

Como cierre, Nicolas nos regala “Faith Made of Silk”, una pieza con tintes de bombo latinoamericano, con un poco de luz, y una letra inconfundiblemente política: “Youhave nowhere tolook/Look around not ahead/A peak is just the way towards/A descent/The forces on the hill/Manifested by what you perceive as wind/Look around not ahead” [Traducción]. El final es abrupto, como el mundo que habitamos, que no avisa, que no nos consulta, que decide y muta. Prosigue un minuto entero de silencio, que bien podríamos entender como un llamado a la contemplación.

Antes de entregarnos este disco, Nicolas lanzó un mensaje en su sitio oficial, donde explicó de qué trata Cenizas y qué lo inspiró:

“La música proviene de un deseo de sentirlo todo: hace unos años, dejé de beber alcohol, fumar, consumir cafeína, comer animales, etc. y, durante un período de tiempo, también me puse en cuarentena solo en algún lugar del otro lado del mundo para poder trabajar en música durante meses.

No quería seguir alimentando el sistema. Su hambre, su pasado. No quería trabajar por ambición o para impresionar primero y amar en segundo lugar. Quería presencia primero; quería amor primero.

Pensé que, si tenía este privilegio y esta suerte, para poder hablar con la gente a través del sonido, entonces sería mejor trabajar en mí mismo y deshacerme de los fragmentos negativos dentro de mí. No quería arrojarlos involuntariamente al mundo

Por supuesto, esto no sucedió. (¡Lo siento!) Cuanto más intentaba alejarme de la negatividad, más se acumulaba en una habitación oscura, pero como fragmentos de sonido. Muchos de estos fragmentos se pueden escuchar en el último álbum de Against All Logic, e innumerables cosas que nunca escucharán (Gracias a Dios).

No tenía sentido para mí que cuanto más intentaba escapar de la negatividad, más podía surgir en el proceso creativo. Pero los fragmentos seguían acumulándose y tuve que aceptar el hecho de que la oscuridad de la que estaba tratando de escapar siempre levantaría la cabeza. Independientemente de lo que me he abstenido. Y aún más cuando trato de orientarme hacia lo positivo.

Esperemos que Cenizas solo muestre oscuridad para mostrar un camino fuera de ella. Quiero que esta música sane y ayude a pensar en preguntas difíciles sobre uno mismo y la relación de uno con el estado de las cosas. Estamos viviendo en una época de transformación completa, una metamorfosis, y las transformaciones también están ocurriendo dentro. Hay potencial para una gran curación y destrucción.

En cierto modo, la música va “en ambas direcciones a la vez”, para citar el registro de John Coltrane [Se refiere al álbum Crescent, de John Coltrane].

Antes de reproducir el álbum por Twitch desde Italia, afirmó: “Espero que este disco resuene en ustedes”. Pareciera que Nicolas sabía lo que iba a suceder en el mundo, porque este álbum fue lanzado en medio de la cuarentena o a punto de que ella cayera en todos los hogares. Nos mostró cuál es su forma de llegar a la introspección y al recogiminiento, nos regaló una metáfora: las cenizas son la consecuencia de la destrucción, su más puro final; pero también son la fuente del resurgimiento, de la nueva vida.

En consonancia con la angustia, la incertidumbre, el miedo y la paranoia que gobiernan en el comienzo de este año que quedará marcado en la historia de todos para siempre, el 27 de marzo, Nicolas Jaar sumó su visión peculiar a esta ensalada indescifrable que llamamos cuarentena con el lanzamiento de Cenizas, su último disco de estudio.

Nicolas Jaar es un compositor y productor chileno-estadounidense que pasó la mayor parte de su  vida entre Santiago de Chile y Nueva York. Es hijo del reconocido arquitecto y artista visual chileno Alfredo Jaar, quien alcanzó notoriedad por realizar instalaciones con trasfondos políticos en diferentes puntos del planeta.

Nicolas es un artista sumamente polifacético. Además de haber lanzado ya otros tres discos de estudio (Space Is Only Noise en 2011, Pomegranates en 2015 y Sirens en 2016), cuenta con un sello discográfico propio, Other People, con la cual lanzó Cenizas. Además, por intermedio del alias Against All Logic, que utiliza para distribuir su música house o «de pista», lanzó dos discos: 2012-2017 y 2017-2019.

Entre sus colaboraciones más destacadas se cuenta una con FKA twigs, en 2019, cuando produjo su álbum Magdalene, colaboraciones con artistas musicales en Cisjordania, composiciones para órganos tubulares para una catedral holandesa, y la instalación de parlantes enterrados en el desierto arábigo para tratar temas de propiedad de las tierras y cambio climático.

Al enfocarnos en Cenizas, disco escrito y producido por Patrick Higgins, con quien trabajó previamente, encontraremos, ya desde el arte de tapa, una producción disruptiva, perturbadora, oscura, lúgubre; Jaar nos invita a la deconstrucción musical, a sumergirnos en un mundo de asimetrías y atonías, a conocer su intricada cosmovisión estética y personal.

Los primeros acordes emanados por los sintetizadores en “Vanish” lo confirman: estamos entrando a la dimensión Jaar. Sobrevienen unos coros fantasmagóricos y el viaje comienza.

El disco oscila entre los dos mundos lingüísticos y culturales del productor: el español y el inglés. Presenciamos escenas típicas de la vida estadounidense en “Menysid” (una cancha de básket vacía que pareciera distorsionarse hacia el infinito) y rituales tribales latinos en “Mud”.

“Gocce”, una de las dos obras maestras del disco, está colmada de pianos y panderetas esquizofrénicas, explosiones de sonido, evocaciones “mántricas”; sobre el final, la pieza se convierte en una oda que bien podría ser el telón de fondo de un sacrificio contemporáneo.

“Sunder”, el adelanto del disco, es una pared que se derrumba; luego irrumpe una ventana de diálogo de un software y pareciera que alguien nos recita un poema cargado de sangre y dudas, lleno de santos y pecadores. “Hello, Chain” está plagado de cantos monásticos y su nombre, ya de por sí, es sumamente sugestivo. En “Rubble”, y a medida que el entorno extraño se nos vuelve cada vez más familiar, entendemos que la realidad ya nos quedó sumamente alejada. Este tema es precisamente el ápice del viaje: ya estamos en la dimensión Jaar, embarrados hasta las rodillas.

Pero luego emerge “Garden” y entendemos que la posibilidad de que exista un mundo mejor no es inviable, que se construye paso a paso, acorde tras acorde. Garden es el oasis en medio de la guerra, de las pestes, del odio y del racismo. En lo profundo del álbum encontramos la sanación; pero antes fue necesario pasar por el purgatorio, expiar nuestros pecados, amigarnos con ellos, dejarlos atrás, como hizo Jaar para producir este disco. “Xerox” vuelve a la descomposición musical para ubicarnos nuevamente en el pantano.

Como cierre, Nicolas nos regala “Faith Made of Silk”, una pieza con tintes de bombo latinoamericano, con un poco de luz, y una letra inconfundiblemente política: “Youhave nowhere tolook/Look around not ahead/A peak is just the way towards/A descent/The forces on the hill/Manifested by what you perceive as wind/Look around not ahead” [Traducción]. El final es abrupto, como el mundo que habitamos, que no avisa, que no nos consulta, que decide y muta. Prosigue un minuto entero de silencio, que bien podríamos entender como un llamado a la contemplación.

Antes de entregarnos este disco, Nicolas lanzó un mensaje en su sitio oficial, donde explicó de qué trata Cenizas y qué lo inspiró:

“La música proviene de un deseo de sentirlo todo: hace unos años, dejé de beber alcohol, fumar, consumir cafeína, comer animales, etc. y, durante un período de tiempo, también me puse en cuarentena solo en algún lugar del otro lado del mundo para poder trabajar en música durante meses.

No quería seguir alimentando el sistema. Su hambre, su pasado. No quería trabajar por ambición o para impresionar primero y amar en segundo lugar. Quería presencia primero; quería amor primero.

Pensé que, si tenía este privilegio y esta suerte, para poder hablar con la gente a través del sonido, entonces sería mejor trabajar en mí mismo y deshacerme de los fragmentos negativos dentro de mí. No quería arrojarlos involuntariamente al mundo

Por supuesto, esto no sucedió. (¡Lo siento!) Cuanto más intentaba alejarme de la negatividad, más se acumulaba en una habitación oscura, pero como fragmentos de sonido. Muchos de estos fragmentos se pueden escuchar en el último álbum de Against All Logic, e innumerables cosas que nunca escucharán (Gracias a Dios).

No tenía sentido para mí que cuanto más intentaba escapar de la negatividad, más podía surgir en el proceso creativo. Pero los fragmentos seguían acumulándose y tuve que aceptar el hecho de que la oscuridad de la que estaba tratando de escapar siempre levantaría la cabeza. Independientemente de lo que me he abstenido. Y aún más cuando trato de orientarme hacia lo positivo.

Esperemos que Cenizas solo muestre oscuridad para mostrar un camino fuera de ella. Quiero que esta música sane y ayude a pensar en preguntas difíciles sobre uno mismo y la relación de uno con el estado de las cosas. Estamos viviendo en una época de transformación completa, una metamorfosis, y las transformaciones también están ocurriendo dentro. Hay potencial para una gran curación y destrucción.

En cierto modo, la música va “en ambas direcciones a la vez”, para citar el registro de John Coltrane [Se refiere al álbum Crescent, de John Coltrane].

Antes de reproducir el álbum por Twitch desde Italia, afirmó: “Espero que este disco resuene en ustedes”. Pareciera que Nicolas sabía lo que iba a suceder en el mundo, porque este álbum fue lanzado en medio de la cuarentena o a punto de que ella cayera en todos los hogares. Nos mostró cuál es su forma de llegar a la introspección y al recogiminiento, nos regaló una metáfora: las cenizas son la consecuencia de la destrucción, su más puro final; pero también son la fuente del resurgimiento, de la nueva vida.

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