Por Jerónimo Corregido
Son las lunas que ocasos aún bruñen
las que ciñen las vidas que yo pude
tener y que, humano, nunca tuve:
las fuerzas que una lanza nunca empuñen,
los pies que no recorran mis caminos,
los ojos que jamás sellen mis ojos,
y todos los anhelos en manojos,
se caerán por el borde del destino.
Esas ventanas siempre iluminadas
de ciudades que nunca conocí,
las ignotas montañas escarpadas,
los mares que por tedio rehuí:
todo acusa mi suerte desdichada
de no llegar a ser como escribí.
Publicados en Gambito de Papel N° 7, en marzo de 2017